La leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo

Es una leyenda recogida de la historia incaica en el Perú, del gran imperio del Tahuantimsuyo, en Puno, se hace una espectacular escenificación de esta legendaria leyenda el 5 de noviembre de cada año, con motivos de aniversario. La pareja Inca, hace un recorrido por las Islas del Lago Titicaca hasta llegar al Puerto de Puno, a partir de ahí son acompañados por un prodigioso grupo de danzas guerreras y costumbristas con dirección al estadio Enrique Torres Belon donde se realiza el Ceremonial Incaico dirigido por Manco Cápac.

La leyenda fundativa de la cultura incaica, es considerada como la primera y gran epopeya hecha historia, a partir de Manco Cápac y Mama Ocllo, quienes son en este mito, la primera pareja de pobladores sagrados de estas tierras y los primeros incas que se establecen en ellas.

Los dos hermanos que se unieron en matrimonio, abriendo de ese modo el ritual de la unión del Inca con su hermana, la Coya; donde, es el Sol el donador de vida, quien, observando la deplorable condición de la humanidad, que solo parecía vivir para las guerras y para las fiestas, envió a su hijo Manco Cápac, y a su esposa hermana, Mama Ocllo, a la tierra para instruir a las degradadas gentes en las artes de la vida civilizada.

Este Monarca Inca considerado como un Dios héroe, como un verdadero hijo del Sol y hermano de Pachacamac y Wiracocha, según cuenta la leyenda, tiene una gran afinidad con el mito que dio origen a la cultura Azteca; el de Quetzalcoatl, donde, Manco Cápac, se dedico a fecundar la tierra con un bastón de oro que su padre el Sol le había dado y haciendo crecer las nuevas plantas, iba creando beneficios para la raza de los pobres mortales, para quines también iba dando forma a los ríos y arroyos, hacia brotar árboles, pastos y construía cómodas habitaciones en las que pudieran vivir con decencia.

Mientras, Mama Ocllo se dedicaba hacer ha hacer su gran tarea, ya que era ella quien iba enseñando a las mujeres, las artes e industrias que les permitiera sacar todo el provecho posible a las riquezas que su hermano producía; así haciendo prodigios, la real pareja llego hasta un lugar en el que, con su mágico bastón de oro, señalo el centro del imperio, la futura ciudad y hoy el ombligo del mundo, Qosqo-Cusco.

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